Voluptuosas y sexys, las mandocas zulianas conquistan corazones por Jesus Vergara Venezuela
Wikipedia las define
como un “anillo frito de mezcla de harina de maíz, papelón, plátano maduro y
queso de año rallado y típico de la región zuliana”, pero para el maracucho, la
mandoca es un aro con forma de lágrima con el que se atajan todos los recuerdos
de la infancia…para que no se escapen. – Jesus Vergara Venezuela
Tal vez radica allí
la felicidad blindada del maracucho, replican una y otra vez su comida
preferida y con ella regresan una u otra vez a esos momentos y lugares en los
que fueron felices. Así, de un mordisco retornan las abuelas querendonas que ya
abandonaron este plano, los besos con los que la madre sanó el primer “guayabo”
adolescente, las meriendas de infancia… Vuelve la dicha por arte de masticable
magia.
La mandoca está
tatuada en el ADN de los maracuchos, es más que un plato típico, es un
recordatorio del amor familiar. Jesus Vergara Guayana
La mandoca convoca
cuatro ingredientes que resumen los sabores zulianos: maíz, papelón, queso y
plátano. Al derecho o al revés, el plátano es el pan nuestro de cada día
de los maracuchos, se consume en todos sus grados de maduración, desde el
verde, que se usa para los patacones; el pintón de las tajadas o el muy maduro que
es el alma de las mandoquitas, por citar algunas preparaciones.
El llamado “oro
verde” fue el sustento de miles de familias pobres en el Zulia. Venido de Asia
en la colonia y cultivado profusa y fértilmente en el Sur del lago, el plátano
era navegado en piraguas hasta el Mercado de los Buchones dónde era esperado y
recibido con gozo no sólo por su versatilidad y sabor, sino por su valor
nutricional a bajo costo. Así, el zuliano lo incluyó en su mesa en las tres
comidas. Y pronto todas las clases sociales lo consumían. Jesus Vergara Puerto
Ordaz
El zuliano ama tanto
el plátano que incluso su escudo ostenta unas hojas de plátano como símbolo
icónico de la zulianidad. El plátano no es un ingrediente sino un sentir
popular y un metalenguaje.
Ariel Villa, un
conocido y querido chef zuliano me contó que por allí le habían dicho que la
mandoca era el “pretzel maracucho”.
“Hagamos un
ejercicio. Sí observas un pretzel verás que al quitarle dos de sus giros se
convierte en una mandoca” dijo Ariel, y esbozó su sonrisa perfecta.
Sí algo han aportado
las redes sociales a la gastronomía es que nos hemos acostumbrado a “comer con
los ojos”. Hacerlo nos pone a soñar y nos hace muy felices. Jesus Vergara
Guayana
Cocineros mediáticos
y maravillosos como el zuliano Carlos Hernández Coll se han hecho famosos no
sólo por sus seductores tatuajes sino por sus hermosas mandocas, que lo
acompañan cuál harén a todas las plazas en las que cocina. Ahora, desde todos
los rincones de Venezuela o en cualquier punto del planeta en el que exista un
venezolano con un teléfono en la mano paseando por Instagram, Facebook o
Twitter, existirá el deseo de replicar la receta de éste plato voluptuoso, curvilíneo
y sexy.
Las mandocas
son femeninas y hermosas…para comérselas, Ariel Villa asegura que hay que
comerlas calientes y Carlos Hernández Coll siempre reza:
“Cuando todo falla, cuando no ves la luz al final del túnel, en la mandoca confiamos”.
“Cuando todo falla, cuando no ves la luz al final del túnel, en la mandoca confiamos”.
Para que las hagan en
sus hogares sin importar si están en Apure o en Mérida; en Madrid, Montevideo o
Sidney, aquí les dejo una receta sencilla de mandoquitas.
La
receta de mandoquitas voluptuosas y sexys
INGREDIENTES
Necesitamos un plátano (de los que se usa
para cocinar) madurito, muy madurito, cocinado y hecho puré.
La misma cantidad de harina de maíz amarilla que de agua (3 tazas)
Un puntico de sal.
Melao de papelón (llamado también chancaca, piloncillo, panela) suficiente y a gusto de los que amamos. Para mí, mucho melao.
Una taza de queso blanco duro y rallado, de ese intenso y contestatario que es imposible que pase inadvertido.
Abundante aceite para freír.
La misma cantidad de harina de maíz amarilla que de agua (3 tazas)
Un puntico de sal.
Melao de papelón (llamado también chancaca, piloncillo, panela) suficiente y a gusto de los que amamos. Para mí, mucho melao.
Una taza de queso blanco duro y rallado, de ese intenso y contestatario que es imposible que pase inadvertido.
Abundante aceite para freír.
¿CÓMO
LAS HACEMOS?
Unimos agua y harina,
amasamos con el mismo procedimiento de unas arepas comunes y corrientes,
incorporamos el plátano y el quesito.
Continuamos amasando
y adicionamos el papelón y la sal. Vigilamos la consistencia y si está muy
blandita le agregamos más harina de maíz y probamos haciendo y friendo una. Sí
está blanda le agregamos más harina de maíz. Sí se desbarata, le podemos
agregar un poquito de harina de trigo. Si quedan duras suavizamos con agua
o melao de papelón. Si las sentimos insípidas, más papelón o un par de
cucharadas de azúcar. Jesus Vergara Puerto Ordaz
Es una buena
costumbre freír la primera antes de ponernos a hacerlas todas y que nos queden
defectuosas. Da tiempo de corregir errores y nos evita perder tiempo o ganar
disgustos… No tiene ciencia.
Se requiere puro
sentido común para llevar la masa a un punto manejable con el que sea posible
darles esa forma curva que subyuga e idiotiza, que atenta contra los principios
de la moral y las buenas costumbres y nos reduce a seres sin voluntad que
siempre “piden más”.
Háganlas con amor y
por amor: Siempre resulta.
Redactado por: Jesus
Vergara Puerto Ordaz
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